En un lugar de la sierra peruana vivía un agricultor que recorría un
largo camino para recoger agua de un río y transportarla hasta su casa, para el
sustento de su familia y sus cultivos. Todas las mañanas, él trasladaba el agua
que recogía en dos tinajas que colocaba en cada extremo de un palo, para poder
cargarlas sobre sus hombros.
Una de las dos tinajas se había
deteriorado con el paso del tiempo y presentaba muchas grietas; esto provocaba
que una gran cantidad de agua se filtrara en el trayecto que hacía del río
hacia su casa.
La otra tinaja estaba intacta y muy orgullosa de su rendimiento, debido
a que el agricultor podía obtener muchos beneficios con el agua que ella
llevaba.
—¡El agricultor debe estar muy orgulloso de mí! —Presumía ante su
compañera
Transcurrido un largo tiempo, la tinaja agrietada fue sintiéndose muy
triste e inferior a su compañera. Un día se armó de valor para hablar con su
dueño y le dijo:
—Quiero decirte que estoy muy triste; hace un tiempo que no cumplo con
mi deber, pues soy una tinaja llena de grietas y, cuando llegamos a nuestro
destino, siempre estoy medio vacía. Por eso, te pido que perdones mi falta, y
compres otra tinaja que pueda hacer mejor la labor. El agricultor dejó con
delicadeza sus dos tinajas al costado del camino, y le dijo a la tinaja
agrietada:
—¿Has visto lo que ha pasado desde que te empezaste a agrietar hasta el
día de hoy? ¿Te has fijado en la cantidad de plantas que han crecido en el
camino que juntos hacemos cada día?
La vasija resignada contestó: —Yo solo sé que ya no hago bien mi trabajo. No he podido observar el camino,
señor.
El agricultor, muy triste al escucharla, miró con
amabilidad a la tinaja apenada y le dijo:
—Fíjate bien y dime lo que estás observando. ¡Mira
esos hermosos colores y deliciosos olores que desprenden las plantas!
El agricultor emocionado dijo a la tinaja:
—Son
muy hermosas, ¿verdad? Quiero que sepas que esas hermosas plantas están ahí
gracias a ti.
—No
puedo creerlo, señor. ¿Están así gracias a mí? —dijo la tinaja agrietada.
La
tinaja aún no creía lo que le decía su dueño, y lo miraba desconcertada.
El
agricultor se acercó a la tinaja y le dijo:
—Pues
sí, mi querida tinaja. Las plantas medicinales crecieron a tu lado del camino.
Siempre supe que no eras perfecta y que dejabas filtrar el agua por tus
grietas, así que compré y sembré semillas de plantas por donde pasabas; y tú
regabas mi siembra. Y así, gracias a tus grietas, muchas semillas nacieron; y
no solo alegran el paso con los colores y olores que desprenden las hierbas
medicinales, sino que además me permiten a mí y a nuestra comunidad recogerlas
para llevar salud y bienestar a nuestras familias.
La
tinaja con grietas contemplaba las hermosas plantas y manifestó:
—Aún
no puedo creer que todo eso lo haya conseguido sola.
—No
te has dado cuenta, pero todo este tiempo has hecho un trabajo maravilloso y
has conseguido crear mucha belleza a tu alrededor. ¡Debes estar orgullosa de lo
que eres! —dijo el agricultor.
Y a
partir de ese día, la tinaja regó aún mejor el camino con el agua que se perdía
de entre sus grietas, y se sintió única y valiosa.
1. ¿De qué trata el texto que acabas de leer?
2. ¿Qué es lo que más preocupaba a la vasija agrietada ante lo que estaba pasando?
3. ¿Cómo estaba el camino del aguador al final del relato?
4. ¿Qué opinas de la actitud del aguador? Fundamenta tu respuesta?
5. ¿Qué opinas de la actitud de la vasija agrietada? Fundamenta tu respuesta
6.
¿Consideras importante reconocer las
fortalezas o virtudes de los ciudadanos de nuestra comunidad? ¿Por qué?
7. ¿Conoces
a alguien que se haya sentido como una vasija agrietada y luego se haya dado
cuenta de que no tomaba en cuenta sus capacidades? ¿Te ha pasado alguna vez a
ti?
(Relata el caso
aplicando la estructura de un cuento.)
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